
LUISITA
Cinco de la tarde de un cálido treinta de enero .
Luisita aguarda en la puerta de calle, junto a un cerco de fragantes arvejillas, el regreso diario de su esposo.
Está vestida para celebrar su cumpleaños número treinta y ocho, lleva
puesto un vestido negro con escote en forma de ve, drapeado en el faldón, con dos bolsillos laterales, unos zapatitos de cuero negro y una colonia suave, con aroma a flores silvestres.
La observo desde la admiración de mis ocho años .
Luisita tiene la piel muy blanca, y unas mejillas rosadas que jamás usaron rubor,huele siempre a limpio, a jabón de tocador, a talco. Su cabello es casi rubio con rulitos que ella sujeta a ambos lados con unas femeninas hebillitas.
Sus labios parecen dibujados, y ella los pinta de un color rojo oscuro que resalta aún más, la serena belleza de sus ojos pardos.
Sus ojos merecen un capítulo aparte.
Poseen un brillo tan especial que parecen estar inundados por las lágrimas.
Mirar esos ojos desde su regazo,es sentir la mullida calidéz de su pecho materno, es desear con todo el corazón, regresar a la infancia y estar siempre en sus brazos.
Hablar de ella sólo desde éste plano, es no ser justa. Luisita tiene una fuerza inconmensurable, su pequeño cuerpo trajina en el quehacer diario, en el amasado de pan en la mesa del patio, mientras se calienta el horno de barro, regando la huerta, ó con el delantal sujeto entre sus
manos en el momento de recolectar huevos y alimentar a los animales.
Es la arañita que desteje y teje con lo que tiene, las medias que abrigan mis pequeños pies.
Luisita es la directora de la orquesta familiar y también es el noble
instrumento,las notas musicales, el talento creativo y el aire que esparse la música.
Luisita es la más sentida canción de amor, es el sacrificio, el esfuerzo, el renunciamiento, el compañerismo. Es el arquetipo que anidó en mi mente infantil y enriquece mi calidad de mujer.
Luisita es el ser que me brindó el abrazo más cariñoso, y me dió éste valioso regalo que yo aprecio y cuido por ambas, es quien me regaló toda mi vida a su lado.
Ella arropó mi cuerpito infantil, abrigó mis sueños y ansias de conocimiento y cuidó de mis hijos, mientras aprendía a pintarme ése sueño.
Luisita, me inundó el corazón de una ternura callada, compañera, con sabor a mate dulce, y fragancia de flores de paraísos.
Luisita es la destinataria de éstas sencillas palabras que no alcanzan para describir su dimensión de mujer, es ella mi referente válido y mi orígen .
Luisita es mi madre, la mujer más importante, para éste corazón de hija que ella abonó con la tierra pura de su alma y sembró con las semillas de su ternura.
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